¿HAY QUE PONER EL HUEVO EN UN VASO CON AGUA PARA VER SI ESTÁ FRESCO?

Uno de los consejos populares que se conocen y que se pueden leer en muchos medios es la “tradicional” prueba de echar un huevo en un vaso de agua para saber si es fresco o no dependiendo de su flotabilidad. Los expertos desaconsejan completamente esta prueba, ya que solo es fiable cuando el huevo es demasiado viejo. Y no es nada recomendable dejar el huevo que ha estado en contacto con el agua de nuevo en el frigorífico: hay que usarlo inmediatamente para no arriesgarnos a que su contenido se contamine al disolverse con el agua la posible contaminación externa que el huevo lleva en el cascarón. Esta penetra fácilmente a través de los miles de poros que comunican exterior e interior del huevo. Evitemos este riesgo innecesario. ¿Cómo?

Podemos saber si un huevo es fresco de varias formas.

Primera: fijarnos en que no supere los 28 días desde la fecha de puesta. Esta es la fecha de consumo preferente, que va marcada en el envase de forma obligatoria, y a veces se indica también voluntariamente en la cáscara.

Segunda: La clara de un huevo fresco presenta dos zonas diferenciadas, una más densa y gelatinosa, de aspecto turgente, y otra líquida. Cuando el huevo envejece, la clara densa se va volviendo cada vez más líquida, y terminan por no distinguirse las dos partes.

Tercera: La forma de la yema de un huevo fresco es más redonda, y parece una semiesfera sobre la clara densa. Cuando es más viejo se achata y queda aplanado sobre la clara, y en ocasiones la membrana de la yema no tiene apenas consistencia y esta se desparrama al cascarlo.

Cuarta: La cámara de aire (la burbuja que está en el interior del polo redondo del huevo) es más pequeña en un huevo fresco y se agranda al perder el huevo agua y entrar aire.

Y quinta: Las chalazas. Son dos engrosamientos de la clara que tienen la misión de mantener la yema centrada, sujetándola desde cada polo del huevo. Al cascar el huevo se rompen y pueden verse como unos filamentos blancos o unos grumos pegados a la yema. No hay que retirarlos, el huevo está más fresco cuanto mejor se aprecian las chalazas. Pierden consistencia, como el resto de las demás estructuras internas del huevo, con el paso del tiempo y la pérdida de frescura.

¡Ahora ya puedes saber si un huevo es de verdad fresco!

En definitiva, los huevos, debido a su gran contenido en nutrientes, son una opción nutritiva y saludable para la dieta de las personas en todas las etapas de la vida, incluidos los niños y adolescentes en pleno crecimiento, las mujeres embarazadas y durante la lactancia, los más mayores y los bebés.

Gracias a la abundancia y variedad de nutrientes que lo componen, el huevo no solo es un excelente alimento para nuestro cuerpo, sino también para nuestro cerebro, porque algunos de ellos contribuyen al buen estado de la función mental y a disminuir el cansancio y la fatiga, mejorando el rendimiento intelectual. Y no olvidemos que el huevo es un alimento versátil, fácil de conservar (siempre en el frigorífico) asequible y que permite infinitas preparaciones culinarias. Es muy fácil de cocinar y de digerir, saciante, con pocas calorías y ¡lo más importante!: es un alimento que gusta a todos en alguna de sus múltiples recetas.