Las mujeres tienen requerimientos nutricionales diferentes a los de los hombres y, aunque su tamaño corporal sea inferior al masculino, deben ingerir una cantidad similar de algunos nutrientes como fósforo, yodo, ácido pantoténico, biotina, folatos y vitaminas B12, C y D, y necesitan también cantidades mayores de calcio y hierro. Estas diferencias nutricionales se acentúan en momentos como el crecimiento, el embarazo, la lactancia y la menopausia.
Sabemos que las mujeres embarazadas deben prestar atención a su alimentación, ya que es la fuente de nutrientes para el bebé. Las proteínas y el hierro son especialmente importantes para su desarrollo.
No hay duda de que los huevos son un alimento excelente, nutritivo, completo y bajo en calorías, y durante la gestación y la lactancia, sus beneficios y cualidades nutritivas son aún más interesantes.
En estas etapas, la mujer debe contar con una cantidad superior de energía para cubrir sus propias necesidades y las del crecimiento del feto y la producción de leche. El huevo es fuente de muchos nutrientes esenciales y muy biodisponibles, al tiempo que aporta pocas calorías.
¿Qué nutrientes contiene el huevo que son de especial interés durante el embarazo y la lactancia?
Proteínas: el huevo es un alimento con elevado contenido proteico. Sus proteínas son de alta calidad y de fácil digestión, lo que las hace muy recomendables en la infancia, la gestación o la lactancia.
Esto es debido a que los aminoácidos presentes en las proteínas son los más parecidos a los que componen las células de nuestro cuerpo, y por ello ayudan al bebé a desarrollarse con normalidad.
Azúcares: Los huevos tienen muy bajo contenido en hidratos de carbono, y se consideran de índice glucémico cero, es decir, no suben los niveles de azúcar en la sangre, y no favorecen la pre-diabetes, o diabetes gestacional.
Grasas: Contienen lípidos esenciales. Y es que el huevo no sólo es uno de los alimentos de origen animal con menor contenido en ácidos grasos saturados, sino que también proporciona ácidos grasos omega 3, especialmente importantes en el embarazo y en la lactancia, cuando se están formando las estructuras del sistema nervioso.
La colina es otro nutriente presente en el huevo al que se debe prestar atención, especialmente en estas etapas. Es un nutriente crítico durante del desarrollo fetal porque modifica la estructura de la médula espinal y del cerebro, influyendo en la memoria a largo plazo y en el riesgo de defectos del tubo neural. El huevo es muy buena fuente de colina (que se localiza en la yema).
Por otro lado, el huevo es el único alimento de origen animal que aporta luteína y zeaxantina, pigmentos que se encuentran en la yema del huevo y son beneficiosos para la salud por sus efectos antioxidante y anticancerígeno. Estos compuestos aparecen en el plasma del cordón umbilical y en la leche materna, lo que también sugiere el gran interés que tiene su ingesta durante el embarazo, la lactancia y en los primeros meses de vida.
Y por supuesto, no podemos olvidarnos del hierro que aporta la yema del huevo de forma natural. Y es que las mujeres en edad fértil deben cubrir con el hierro de los alimentos el que pierden durante la menstruación, así como las necesidades adicionales del embarazo y la lactancia, para evitar padecer anemia ferropénica por carencia de este mineral. El hierro es fundamental para producir sangre adicional, imprescindible tanto para la futura madre como para el bebé. Además, ayuda a mover el oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo, y también al del feto.
En definitiva, durante los estados fisiológicos en que las necesidades de nutrientes son mayores, como el embarazo y la lactancia, debemos cubrirlas con los alimentos que aportan componentes esenciales para atender los requerimientos del crecimiento del bebé, y de la madre. El huevo es muy valioso en estas etapas, por su alta densidad en nutrientes esenciales y muy biodisponibles, al tiempo que aporta pocas calorías.