Llega el otoño, y junto a él, la bajada de las temperaturas, el menor tiempo de exposición solar, la vuelta al cole y a las actividades extraescolares. Con todo esto, fortalecer el sistema inmune de los más pequeños debe convertirse en una prioridad. Esta será la mejor manera de evitar la gripe y los catarros propios de esta época del año y de que los niños estén en condiciones óptimas para afrontar el nuevo curso escolar.
Además, podemos encontrarnos con la famosa “astenia otoñal” que sufren tanto los adultos como los más pequeños, asociada a las dificultades de nuestro cuerpo para sobrellevar todos estos cambios estacionales, de rutinas y de horarios y que puede incluso afectar al rendimiento escolar provocando falta de concentración, cansancio o inapetencia. Todo ello, puede provocar desgaste físico y mental que puede afectar a sus defensas.
Pero, ¿Podemos favorecer el estado físico y mental de los niños para que tengan un mejor rendimiento escolar?
Una dieta equilibrada y variada es clave para una adecuada función cognitiva que incluye los procesos relacionados con la memoria, el razonamiento, el desarrollo del lenguaje y la resolución de problemas, aspectos todos relacionados con un mejor rendimiento escolar. Por ello, se debe promover en todas las edades, pero aún más en los niños y adolescentes el consumo de alimentos que, por su calidad nutricional, aporten nutrientes esenciales y en cantidades adecuadas, evitando que estos sean desplazados por otros menos nutritivos. Además, es necesario que la alimentación de los niños se ajuste a cada época del año y a la actividad que desarrollan, ya que el exceso de alimentos muy calóricos y de baja densidad nutricional pueden favorecer al sobrepeso y al desarrollo de otras patologías. De esta manera, un adecuado estado nutricional va a ser una pieza clave para alcanzar el mejor rendimiento escolar.
Entre los alimentos con mayor densidad nutricional y que se pueden incorporar fácilmente a la alimentación de los escolares están los huevos, que además de ser fuente de proteínas de alto valor biológico, incorporan numerosos compuestos con interés nutricional y funcional. Y son, por lo general, muy bien aceptados por los niños.
Según estudios recientes, un porcentaje elevado de niños españoles consume cantidades insuficientes de vitaminas A, D, E y folatos, así como de algunas vitaminas del complejo B. También se observa una baja ingesta de colina, fósforo, magnesio, hierro, zinc y selenio.
El huevo es un alimento con una elevada densidad nutricional, al que solo le faltan la vitamina C y los hidratos de carbono.
Las proteínas del huevo son de alta calidad biológica, lo que significa que aportan todos los aminoácidos esenciales para la formación y mantenimiento de los tejidos en el organismo. Un huevo cubre aproximadamente el 18% de la cantidad diaria recomendada de proteínas para para un niño.
Aporta también minerales como el fósforo, el zinc, el selenio y el hierro que son de gran importancia para el crecimiento y desarrollo de los más pequeños. En concreto, el hierro tiene un papel esencial en el desarrollo cognitivo normal y su deficiencia se relaciona con la disminución de la concentración, del razonamiento, de la velocidad de aciertos, del rendimiento, de la memoria y del cálculo. Proporciona vitaminas A, D, E, riboflavina, niacina, folatos y B12 que son necesarias para desempeñar múltiples funciones metabólicas. Específicamente, la vitamina D es de especial importancia durante esta etapa de la vida, pues contribuye al desarrollo y mantenimiento de los huesos, dientes, músculos y ayuda al funcionamiento normal del sistema inmune. Se ha constatado que hasta un 51,0 % de los escolares tienen deficiencia de vitamina D. El huevo es una de las principales fuentes alimentarias de esta vitamina tras los pescados grasos.
Además, el huevo es una fuente natural de colina. Un nutriente fundamental en numerosos procesos bilógicos relacionados con el crecimiento, el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso.
El huevo contiene otros compuestos, como la luteína y zeaxantina, que son carotenoides con actividad antioxidante y cuyo consumo se asocia a una mejor salud visual y desarrollo cognitivo. Consumir 7 huevos por semana, permitiría aumentos significativos en la ingesta habitual de estos carotenoides.
Su composición ayuda cubrir las ingestas necesarias de nutrientes en la edad infantil. Es muy fácil de preparar y su versatilidad en la cocina favorece la aceptación de los platos con huevo por los niños. Además, es asequible, y está presente en los hogares de todos los países. Por ello, en muchos países considerados de riesgo desde el punto de vista de la desnutrición infantil, las autoridades sanitarias proponen su consumo como suplemento nutricional para los niños.
En definitiva, el huevo es un alimento muy completo, con una alta densidad nutricional (proporciona una gran cantidad de nutrientes con un mínimo aporte energético, de solo 70 kcal por huevo). Además, es un alimento saciante, que puede contribuir a reducir la ingesta energética total en los casos de sobrepeso. Tenemos en el huevo un aliado para que los niños en edad escolar afronten con éxito las exigencias físicas y mentales de la vuelta al cole y a las actividades extraescolares.
Viviana Loria Kohen en representación del Instituto de Estudios del Huevo Profesor Ayudante Doctor. Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos, Facultad de Farmacia, Universidad Complutense de Madrid.